jueves, 2 de junio de 2016

LA ANFICTIONÍA BOLIVARIANA.

Pero la idea no se quedaría en el vacío a pesar de los fracasos. Así como se la proponía, en un esfuerzo diplomático autodesignado, así comenzó una cruzada para formar cuadros en pro de la independencia y la libertad de la América mestiza. La logia “americana” que fundó en el marco de la masonería sería el mecanismo para construir un poder difuso a lo largo de todo el continente americano que completaría la tarea de liberar a los pueblos iberoamericanos del dominio español. La Asociación, en los primeros instantes modesta, no tardó en agrupar a la totalidad de los criollos que acudían a Europa para perfeccionar su educación o para ayudar a la revolución. O’higgins, Montúfar y Rocafuerte de Quito, del Valle de Guatemala, Monteagudo del Perú, Caro de Cuba, Servando Teresa Mier de México, Carrera de Chile, Mariano Moreno de La Plata, desfilaron ante Miranda para llevar sus mensajes a sus patrias de origen. Bolívar, Nariño, San Martín, Alviar y Zapiola (estos tres últimos, argentinos protagonistas de la emancipación de ese país) reanudaron sus votos en su casa de Grafton Square. Usaba, a través de ese mecanismo, una forma de hacer política verdaderamente innovativa para aquel momento histórico. El enfrentarle al poder duro concentrado, el poder disperso en amplias redes de relaciones. Como se puede verificar con el análisis histórico del proceso de liberación hispanoamericana este no fue un conjunto de movimientos discretos, coordinados tácitamente, por el contrario fue un movimiento sincronizado en el cual simultáneamente se activaron estos cuadros a lo largo y ancho de este inmenso espacio. Se pueden constatar las vinculaciones personales, establecidas a través de la logia mirandina entre estos patricios que lideraron el proceso de emancipación. Pero sin duda alguna, a pesar de las divergencias que coyunturalmente se presentaron entre Simón Bolívar y Francisco de Miranda, durante la primera fase de la guerra contra España en Caracas, fue el primero quien adelantó en la práctica el proyecto unificador en América.
No obstante, el proyecto bolivariano de homogenización de los pueblos mestizos de América, no tenía la fundamentación idealista de él del Precursor. Tenía una base práctica, que hoy se sustentaría en la noción del polo o polos externos integradores. Ciertamente el establecimiento de la “Santa Alianza” conformada por las monarquías absolutistas vencedoras en las guerras napoleónicas, se planteaba como una amenaza a las repúblicas recién liberadas de América. Por lo que tal riesgo hacía imperativa la unificación de esfuerzos para eliminarlo. Y no solamente se trataba de la defensa frente a la posible ofensiva de esta coalición reaccionaria. No se dejaba de considerar la posible coacción que podrían ejercer sobre estas republicas el imperio brasilero y la emergente federación norteamericana. Nótese que la convocatoria original a un Congreso en Panamá –coincidencialmente sitio escogido por Miranda como centro del Incanato- elaborada en Lima el 07 de Diciembre de 1824 (dos días antes de la Batalla de Ayacucho) estaba dirigida a los gobiernos siguientes: el de Colombia La Grande, el de México, el de Río de la Plata (Argentina), el de Chile y, el de Guatemala (que jurisdiccionaba el istmo centroamericano). En su inicio esta convocatoria se plantea como fin de ese Congreso el obtener “un sistema de garantías que, en paz y guerra, sea el escudo de nuestro nuevo destino…” en clara alusión al carácter defensivo que en común tenían que asumir las comunidades políticas liberadas frente a la realidad estratégica mundial del momento. Afirmaba el documento que ya de hecho existía una confederación debido a los tratados de alianza y confederación firmados con Colombia y México, el cual debía completarse cuando los restantes invitados aceptaran la “accesión”. Sostenía la convocatoria que tal asociación era “prodigiosamente” ventajosa, “si se contempla el cuadro que nos ofrece el mundo político y, muy particularmente, el continente europeo”.

No obstante su pragmatismo, el Congreso finalmente congregado, como resultado de las negociaciones políticas internas, incluyó delegaciones de Brasil, Estado Unidos de América e Inglaterra, justamente las potencias del cuadro internacional presente, que aparecían como amenazantes a los pueblos recién liberados. Era ya la influencia de un capitalismo incipiente, que el propio Precursor ya denunciaba durante sus negociaciones con el Primer Ministro Pitt, que en Venezuela ya estaban dejando huellas y que estarían en la base del proceso secesionista que rompería a Colombia La Grande en 1830. De modo que el proyecto anfictiónico bolivariano se frustraría del mismo modo que fracasó el proyecto de la Colombeia de Miranda. Y así la idea de la unificación de los pueblos iberoamericanos se perdió, pues era la concepción de una “vanguardia ilustrada” que no tuvo la capacidad de internalizarla en las masas populares.

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